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sábado, 20 de agosto de 2011

LA ESCUELA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX EN CASTILLA LA MANCHA





       Quizá porque soy maestra, quizá porque soy una nostálgica
 empedernida y me atrae el sabor a lo de antes, o quizá por las dos cosas...hoy voy a estrenar este rinconcito del pasado hablando de la escuela de nuestros abuelos, tan distinta, tan alejada del sistema educativo actual...
          Para empezar las diferencias eran grandes entre las escuelas de ciudad y las de pueblo. En las primeras los niños iban hasta los diez o doce años y estaban mejor dotadas de recursos. En los pueblos la actividad escolar era casi nula, los niños iban hasta los ocho o nueve años, y después se los llevaban a trabajar en el campo. En ambas aprendían las cuatro reglas, que consistían en saber sumar, restar, multiplicar, medio leer y escribir algunas palabras con escritura indecisa.Y eso los que podían, porque muchos ni tan siquiera tuvieron la ocasión de asistir, pues ya desde bien pequeños se les requería para ayudar con el trabajo en casa, sobre todo en el medio rural. Algunos en época de vendimia o de aceituna lo dejaban temporalmente, hasta que se acababa la recogida y después volvían a las clases donde lo habían dejado.
         Los alumnos se agrupaban en algún edificio o casa destinada para este fin, pero ¡ojo! los niños por un lado con su maestro, y las niñas por otro con su maestra. Y en los sitios donde la población era muy abundante, podían juntarse en una clase alrededor de cincuenta.

          La religión tenía un peso importantísimo en todo el quehacer escolar de entonces. Había oraciones para todas las horas del día, y para todos los santos y santas. Un  método muy utilizado para aprender las lecciones era a través de canciones. Así se aprendían las tablas de multiplicar, los ríos y montañas del país, las oraciones, y también las canciones de corro, las poesías, los romances...
          Cuando algún alumno no se sabía la lección o se portaba mal, se le castigaba poniéndolo de rodillas, con los brazos en cruz, mirando cara a la pared sin hablar con nadie o dándole algún palmotazo en la mano o el culo.
          En invierno no había calefacción, y se podían considerar con suerte las escuelas que contaban con alguna estufa de leña, aunque fuera en estado precario. Antes de entrar había que cargarlas y encenderlas. Utilizaban las cepas de viña que aportaban los propios alumnos ( el que podía), y en los casos que no tenían estufa, a los niños y niñas se les permitía llevar una braserilla, que consistía en una lata grande de sardinas llena de brasitas de leña, con una tapadera y un asa, para poderla llevar sin quemarse. Con ello tenían, al menos, los pies calentitos.
          ¿Y qué decir del material didáctico?
          Era, como todo, muy básico. Consistía principalmente en lapiceros, cuadernitos, pizarrines, tizas, tinteros, plumas para escribir, algún mapa de plástico amarillento de tanto uso. Los libros eran muy escasos, y había un único libro, tipo enciclopedía, que utilizaban los alumnos y  que contenía todo lo que debían saber.
          Se sentaban en pupitres de madera que tenían un agujerito en una esquina para meter el tintero, o a veces, en bancos alargados en los que cabían tres o cuatro niños.
          A grandes rasgos esta fue la escuela de nuestros mayores. Una escuela ya olvidada y muy distinta a la de ahora. Pero es curioso comprobar, hablando con sus protagonistas, hoy ya viejecitos y algunos  incluso desaparecidos, el valor que daban al saber y la cultura y cómo algunos se lamentan de no haber podido ir a aprender " las cuatro reglas" porque las circunstancias económicas de su familia no se lo permitíeron.En todos los casos envidiaban a los que tenían la enorme suerte de asistir diariamente.
          He dejado para otra entrada el tema de los maestros porque me parece que merece una atención especial. Sabremos quienes eran, cómo vivían y de qué manera se les permitía trabajar.

1 comentario:

  1. Magnifica entrada, tanto que ahora estoy muy emocionada. Yo conocí en la gran ciudad la Escuela de los 60, la has plasmado tal como era y me dejas un ramilletes de buenos recuerdos, pese a lo limitado de la circunstancias.

    ¡¡¡PRECIOSO!!!

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